Tengo muchas palabras para decirte, pero no tengo voz. Me gustaría salir a caminar contigo, pero no tengo energía. Quisiera recorrer con mi mirada cada centímetro de tus bellas curvas, pero soy ciego.
Sé que estás ahí, no sé donde. Quizás sólo en mi imaginación. Quizás a menos de 5 kilómetros. Quizás a más de 200 millas. Y es tan probable que te conozca menos que a mi mismo, como que tu te conozcas a ti misma o que sepas algo de mi.
Y pienso en ti. Y te imagino, te creo a mi medida, pero con errores, y aprendo a querer tus errores y luego te borro. Y te vuelvo a imaginar. No sé. Simplemente no se.
Me veo atrapado en un nuevo monólogo. Pensando en ti, sin hablar contigo, sin conocerte, sólo y helado, partiendo por el corazón. Y es por eso que te busco. Busco tu calor de mujer, tus labios deliciosos y tu cariño, que me ha sido esquivo, que pareciera que me saluda a la distancia y se riera de mi.
¿Y que más da?
¿Que importa?
Ya te encontraré. Sé que si.
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