sábado, 30 de abril de 2011

Summertime.

Me despertaste de la siesta acariciando mi mejilla. Entibiaba tímidamente el sol un tanto naranjo y su reflejo se veía precioso en el agua. Te sentaste a mi lado mientras despertaba y tarareabas una canción. Suave y relajante.

Caminamos por el sendero mientras nos alejábamos de la cascada, me tironeabas ansiosa, yo no entendía nada. Me detuve un segundo y corrí de vuelta, te quedaste parada mirándome y no te moviste. Volví con la cámara en la mano, presentí que la necesitaría. A medida que nos alejamos te fuiste relajando y te abrazaste a mi, sonreí y caminamos tranquilamente en silencio. Ya estábamos ahí, no había apuro para nada, todo era para nosotros y nosotros eramos para ello. Llegamos a nuestro improvisado, pero acogedor hogar, me cambié de ropa y tomaste un bolso y te miré extrañado. Sonreíste, y con eso no necesitabas más, y me guiñaste un ojo. Solté una carcajada suave y tímida, miré al suelo y negué con la cabeza, te seguí el juego, me pasaste una manta. Salimos tranquilamente, me decías que habías encontrado el lugar perfecto.

Era un claro entre altos árboles, me extrañé de no haberlo visto antes. Extendí la manta y te sentaste, me senté en frente. Sacaste del bolso una canasta y una radio pequeña, esa a pilas que tenías guardada. Pusiste tu tema favorito y me lo cantaste. Te miré atentamente y te sonrojaste, linda. Exploré la canasta en cuanto terminaste. Habías preparado algo, un par de emparedados, un termo y bolsitas de té. Idílico. Preparamos el té, repartimos la comida y conversamos. Hacía ya un tiempo que no hacíamos eso. El tímido sol que huía de ahí y la música le dieron un toque especial a la comida, se hacía de noche y no me preocupé, vi las linternas que trajiste. Al terminar me eché sobre la manta, ¡Estuvo delicioso! Pusiste las cosas a un lado y te acurrucaste a mi, apoyando tu cabeza en mi pecho. Acaricié tu espalda y comenzaron a salir las primeras estrellas. Te dije que le pidieras un deseo a la primera estrella de la noche. Suspiraste profundamente y me miraste, sonreí y besé tu frente. Estuvimos así, disfrutando el ruido de la brisa suave en las hojas, por un buen rato. Empezaba a quedarme dormido pero te levantaste repentinamente. Tomaste mi mano, me levantaste y empacamos.

Prendiste la radio y pusiste música movida. Yo caminaba y tu bailabas libremente frente a mi. Alegre, libre, feliz. Llegamos a nuestra casa y te sacaste la polera, me sorprendí y me tiraste mi traje de baño en la cara. Mientras me lo ponía saliste corriendo. Me apresuré para seguirte, llevé la lámpara a gas.

¡SPLASH! Se escuchó tímido al lado de la cascada. Nos iluminaba la luna. Era nuestro pedacito de paraíso. Me miraste y me hiciste señas para que entrara. Salté, confío en ti. Estaba helada, tu rostro decía lo mismo. Nos abrazamos, nadamos y jugamos cuales niños en el agua. Me besaste y saliste. Te miré mientras salías y fuiste detrás de un árbol. Trajiste toallas. Un abrazo más y volviste al árbol. Trajiste un chaleco para cada uno. Lo habías planeado todo. Fue perfecto. Llevamos nuestras cosas de vuelta a nuestro refugio. Te miré con cara de cansancio y me recosté sobre la cama, me acompañaste.

Te di las gracias. Tiempo que no sentía tanta felicidad en tan poco tiempo. Lo único que respondiste fue:

-Je t'aime, belle.


-Je t'aime, ma chérie.

jueves, 28 de abril de 2011

Linda.

Hoy salí. Pensé en ti. Y ahora mido la felicidad en horas. Fueron casi dos horas en que caminar y fotografiar me llevaron por un río de felicidad máxima. No me gusta darle medida, pero no se me ocurre otra forma. Fueron dos horas porque me liberé del computador. El mundo real desde mi punto de vista es más bonito. Evitar mi realidad virtual me divierte. Desconectarme me hace bien. Quiero desconectarme contigo. Quiero salir a caminar contigo, llevarte a pasear, darte un globo y robarte un beso. Quiero revelar las fotos y regalarte una. Escribir algo que quede sólo para ti. No me preguntes por qué... Bueno, pregúntame. Enciérrame en dudas para que salir sea un reto. Déjame dejarte en claro que realmente no sé y que soy un tantito impulsivo. Déjame abrazarte por atrás y susurrarte  un poema que aún no invento. Quiero llevarte a lugares que no conozco y que quizás hayas visitado. Llévame donde te lleven los recuerdos y déjame ser parte de tu mundo, aunque sea un mundo de mentira. ¿Quién sabe? Tal vez pueda ser una pintura en tu pared, un poema en tu cuaderno, una foto en tu computador, una lágrima en tu mejilla, un abrazo en la noche, un beso en el callejón, una estrella en tu cielo, una luz en las sombras de la inseguridad, un amigo en la duda y un amante en la noche.
Quiero ser quien no ha sido antes y que seas quien no ha sido para mi. Llévame. Llévame lejos. Llévame tan lejos como tu mente quiera, yo te sigo. Llévame por ese sendero al que le temes, yo te protejo. Tómame de la mano y te detendré cuando haya que descansar, te cobijaré en la tormenta.
Pero no me pidas las cosas en silencio. No me claves las dudas como daga. No me dejes en el limbo. También tengo miedo, me es inevitable.
No quiero medir la felicidad en horas. Quiero despertar feliz y acostarme feliz. Medir en semanas. Meses. Da igual, ser feliz contigo es lo que quiero.
Y no sé por qué. Pero lo quiero. Me atraes mujer. Imagino cosas. Buscaré respuestas. Sólo responde. Sé sincera.

¿Será mucho? No sé.

miércoles, 27 de abril de 2011

Caminar.

Y, como siempre, soñé despierto. Te imaginé ahí, imaginé cosas que no quiero contar. Pero estabas ahí, y yo dormía de pié. Caminaba por inercia y la música guiaba mi andar. Mis lentes filtraban la realidad y veía sólo lo que ellos querían que yo viera.
Y no te vi. Pero no salías de mi mente.

domingo, 24 de abril de 2011

Twice a day.

So. I might be thinking too much about her.
I'm not even sure if she thinks of me twice a day.


Dos veces al día.
Que pienses en mi dos veces al día es todo lo que necesito. Que me lo digas una vez al día me basta. Saber que a veces dices mi nombre en la soledad de tu pieza sólo para sentirte abrazada, saber que tu recuerdo abriga tus heladas tardes de invierno abriga las mías.
¿Quieres salir a dar una vuelta conmigo?
Vamos, será divertido.

sábado, 23 de abril de 2011

Lluvia.

Tomé mi café y me senté junto a la ventana. Deliciosa bebida que relaja y eriza la piel.
Llueve, es el clima perfecto para el café. Una manta me cubre y me abriga. Suena "Scar Tissue" en la radio y me gusta mirar el agua. Libre como corre por mi ventana, por las calles, por el aire. Como va libre y queda prisionera de la gravedad. Quizás nunca fue realmente libre. En el colegio me enseñaron que el agua cumple un ciclo. Quizás esa gota que rueda por el vidrio llegue al mar. Quizás no.
Me miras a los ojos. Lo has estado haciendo desde que me senté frente a ti. Sonríes. Me encanta tu sonrisa y me río con tan sólo mirarte. Me encantas. Quizás somos dos gotas que cumplen un ciclo. Quizás llegaremos al mar. ¿Quién sabe si nos separaremos luego? Quizás ni siquiera lleguemos al mar. ¿A quién le importa? Me gusta tu sonrisa, me gusta tu mirada. Me encanta escucharte hablar. Que escribas en tu mente y me lo cuentes mientras me acaricias el pelo. ¿Qué importa lo que pase mañana? A mi tampoco me importa.
Se pone a llover más fuerte y fuiste por más café para ambos. Te miro ir a la cocina y me pregunto, ¿Cuánto puede durar un sueño? a veces no puedo creer que sea yo quien ocupa tu mente durante horas. Me cuesta creerlo a veces. Pero vuelves, me llevas a la cama y nos quedamos viendo la lluvia por la ventana. A la mierda el café. Y te pregunto, ¿Cuánto puede durar un sueño?

¿Importa? Sólo debes saber que cuando duermes los sueños terminarán. Estamos despiertos y somos felices. Nada más importa.

Vuelves a la ventana y la abres. No hacía tanto frío y la lluvia era más fuerte. Vuelves a la cama y me levantas, tomas mi mano y corres. Corremos bajo la lluvia, no paras hasta dar la vuelta a la esquina. Me empujas a la pared y me besas. Pones tu mano en mi espalda mojada, por debajo de la polera. Me entierras las uñas y dejo salir un leve gemido de dolor. Aunque creo que es más de sorpresa.

¿Lo sientes? ¿Ves que estás despierto? Este sueño no tiene por qué terminar.

Paseo.

Llevaba cuarenta y ocho minutos caminando con el cigarro en la boca, haciendo el gesto técnico de ir fumando y peleando con mis demonios internos. Parecía un loco, haciendo gestos y puteando en voz alta. Caminé otros veinte minutos y me senté en la banca de la plaza que ahí estaba. Bueno no, me eché en la banca, brazos en el respaldo y mirada en el alto árbol que atrás había. Cigarro en la mano derecha y me había cansado de pelear con las ilusiones del pasado. Respiré profundo y pensé en empezar algo nuevo. Me empecé a pegar en la frente con el pulgar derecho y me cayó un poco de tabaco en la cara y comencé a decir en voz baja:
-Nuevo, comienzo, romper ataduras- Me puse el cigarro en la boca  y seguí dándome esos pequeños golpes que ayudan a pensar -Liberar, crear, ¿Crear? Necesito una chispa. Una chispa. Chispa. Chispa.- y simplemente lo grité.
-¡Chispa!- Y me quedé tranquilo. Aún sin abrir los ojos. Extendí los brazos y pensé en quedarme dormido.
Y así sin más tenía prendido el cigarro.

Se sentó al lado mío y me dio una mirada un tanto provocadora y agresiva.
-¿Tantas ganas de fumar y no te acercas a la gente a pedir fuego?-
Me sorprendí y no sabía qué decir. Quemé y le dije:
-Me gusta tu chispa, pero no necesito lumbre. Necesito un fuego que encienda mi alma y me haga querer volver a vivir-
Tomó mi cigarro, lo apagó. Tomó mi rostro y me dio un beso apasionado.
Perplejo, y no supe qué pensar. Sólo me dejé llevar.
Me soltó, me dio una cachetada que supongo habrá espantado a más de un muerto y me dijo:
-Imbécil. Ahí está tu chispa. El resto depende de ti.-


Se paró y se fue. Me quedé con las ganas de terminar el cigarro.

viernes, 22 de abril de 2011

¿Si? ¿No?

No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.  No.
Si. Desolador. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No.
Si. Fulminar. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.  No.
Si. Palpar. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No. Si. No. Si.  No.
Si. Vivido. No. Si. No. Si. No. Si.
No. Si. No. Si. No. Si. No.

martes, 19 de abril de 2011

La búsqueda de la inspiración

Sentado. No, echado en el sillón. Audífonos y música relajada y un tanto triste, quizás tengan una frase para mí. Fotos, muchas fotos, distintos ángulos, distintos enfoques. No, no viene o no la veo. Salgo al balcón, me fumo un cigarro y veo las luces. Está preciosa la luna, como siempre, pero no me dice nada. Un cortito de lo que sea para relajarme. A ver, veré si entre los papeles viejos hay una palabra de ayuda. Nada. Más y más hojas en blanco. Ah, ya sé, me acuesto y escucho música con la luz apagada, quizás encuentre un recuerdo que me diga qué escribir. Me gusta esta canción "Yes it is" de los Beatles. "I could be happy, with you by my side". Y me pregunto si estás ahí, no quiero molestarte, no quiero apurarme, no quiero presionar nada. Quiero estar tranquilo y feliz. Me gusta esta canción "María, ria" de Chico Trujillo "no me animé a decirte esto el otro día, me encanta tu manera de mirar" , "Las cosas se van sucediendo, las cosas van apareciendo, somos responsables de lo demás" y pasa no más, no voy a presionar. Me gusta esta canción "Voy y Vuelvo" de los Chancho en Piedra, pero no voy a citar nada porque me da pena. A ver, quiero, but i'm very very shy, y siempre tengo dudas. SIEMPRE. Me carga ser así y no sé aún como cambiar. Y a cada rato reviso si es que me has hablado ¿Cómo saber que estas ahí? ¿Cómo saber que piensas en mi?

Si hay algo que me gusta es la reciprocidad. Me gusta saber que también eres capaz de decir hola, de llamar, de dejar un mensaje, de mandar una carta. Yo soy raro. No sé.
No sé.
No sé.
No sé.

Y te quiero aquí esta noche para abrazarte y dormir. Me atraes, me gustas, me intrigas y me interesas. Basta de "cucharitas" date vuelta y mírame a los ojos. Acaríciame y no digas nada. Sólo mírame. Ahora conversemos, tengo tanto que hablar y no sé por donde partir. ¿Durmamos? Simplemente quiero algo simple. Y a ti. Te quiero a ti para mi. No sé por qué. No sé. No sé. No me pidas respuestas ahora. 
No hay respuesta a la pregunta que no he hecho. No hay apuro.

No, no hay apuro.

jueves, 14 de abril de 2011

Déjame. También mereces mejor.

Y con esas palabras te fuiste, tomaste la flor que te di y marchaste. Me diste la espalda y caminaste. Dejaste la flor sobre la mesa y desapareciste. Y nunca volví a ver tu bello rostro. Pero no eramos fuertes. Nos dejábamos mensajes en el punto de encuentro regular, debajo del árbol donde tallamos nuestros nombres y nos dimos el tercer beso, envuelto en un sobre perfumado con nuestras fragancias típicas y correspondientes, dentro de una envoltura plástica.

Me mantiene cuerdo, pero quisiera poder dejar de hacerlo. Quiero conocer a alguien nuevo. Alguien a quien pueda besar.

lunes, 11 de abril de 2011

Rosetta.

Era la más bella, la más llamativa. Una mujer como ninguna otra. Era Rosetta, la mujer más cotizada del lugar.
Alta, pelo negro como la noche, tez clara, hermosa sonrisa, curvas infernales y una personalidad que atrapa. Se sentaba en la barra y el cantinero siempre tenía listo su asiento, que no dejaba usarlo a nadie más, y su drink favorito: Orgasmo, que bebía lenta y sensualmente mientras miraba de reojo a todos los babosos que la observábamos noche tras noche.
Se vestía de manera provocativa, pero sin dejar de ser una señorita. Vestidos a medio muslo con medias sensuales y taco alto, una blusa que dejaba ver levemente la piel entre sus pechos y ese lunar de su hombro izquierdo, un collar que decía se lo había heredado su madre antes de morir, maquillaje preciso y un lunar falso debajo de su ojo derecho. Tan solo su apariencia dejaba ver lo difícil que era acercarse a ella. Más de una vez le envié algo a través del cantinero y me hacía un gesto para agradecer, yo alzaba mi vaso de whisky y le sonreía, nunca antes le había hablado. Siempre recibía un Scotch 18 cuando llegaba a mi mesa, que realmente no era mía pero nadie se atrevía a usarla después de las 11:47, hora usual de mi arribo. Una mesa simple, redonda, donde no cabían tres personas y dos quedaban ligeramente incómodas si no eran amantes. Podía estar horas y no me echaban al cerrar, por el contrario me lo pedían por favor y me daban la mano al salir. Soy un buen cliente: Pago y no me emborracho. Maripa, la camarera, llegaba con ese vaso querido, me decía que era de mi "admiradora secreta" y se sentaba conmigo a contarme las noticias del día. El trabajo me mantenía ocupado y nunca sabía lo que pasaba. Mientras me hablaba siempre miraba para cualquier lado, bueno no. Eso es una excusa, siempre miraba a Rosetta y ella miraba de reojo. A ratos volvía la vista a Maripa para no perder el hilo y no hacerla sentir mal, dos pájaros de un tiro. Al terminar este ritual ella se paraba y continuaba su trabajo, nunca la retaban porque yo dejaba propina, cosa rara en aquel lugar, y me dedicaba a lo que iba: Escribir mi libro y mirar a Rosetta. No estaba enamorado de ella, eso hubiera sido estúpido. Pero tenía más que ganas de meterme en sus bragas y divertirme.
Ese día me sentía muy bien sin motivo aparente y luego de llegar decidí  ir a hablar con Rosetta, no pasé por mi asiento . Era todo un reto llegar donde ella, había que pasar por borrachos, putas, amigos y señoritas, siendo el reto mayor al final, donde había que sacar a un jote para que yo, otro jote, se pudiera instalar. Le toqué el hombro al hombre que baboseaba mientras ella le daba la espalda, le di dinero y se fue tranquilo. Saludé al Jack, el tipo del bar, amigo mío y le pedí el clásico "Orgasmo para la señorita", lo dije en voz alta y de manera clara. Ella se dio vuelta sorprendida y me saludó muy cariñosa. Conversamos unos quince minutos, yo estaba hecho un atado de nervios y por no quedarme sin conversación le dije: "Gracias por responder siempre al Orgasmo con Scotch 18" me miró sorprendida, sonrió y me dijo: "Me gustaría poder decir De Nada, pero yo no hago eso. De todas maneras gracias por el Orgasmo diario, sonrió". Quedé perplejo. Se me murió la lengua. Empecé a balbucear y le pedí información a Jack. Me miró riendo y dijo que no podía, que ella era tímida y no quería ser revelada. Dejé mi asiento, no sin antes darle las gracias a Rosetta por una breve pero interesante conversación, me sonrió y dijo que esperaba pudiera repetirse con más extensión. Di la vuelta a la barra buscando a Maripa, ella debía saber quien era. Llegué a la cocina y me enviaron al callejón, ella estaba sacando la basura. La encontré sentada mirando la Luna y me senté con ella. Sin rodeos le pregunté quien era: "Siempre pensé que era Rosetta y no. No era ella, ¿Quien es la tal "admiradora secreta"?". Rió y no dijo nada. Me dio un papel y entró a la cocina.

"Siempre soñé con el momento que me dieras las gracias por el Scotch 18, sabiendo que era yo".
-Atte. Maripa, admiradora secreta. 18/6/1928

Quedé peor que antes. Sentí que era mucho por una noche. Lo peor era que el papel, ya viejo, tenía una fecha que había pasado hace meses. Creí que vivía una mentira, que todo lo pasado nunca pasó.
Volví a mi mesa sin antes responder unas cinco veces que no había visto ningún fantasma. Me senté ahí y vi un vaso con ese preciado licor y dos hielos, tal y como me gusta. No sabía qué pensar. Estúpidamente alcé la vista a Rosetta y la vi besándose con un extraño. No se por qué aún me quedaba la esperanza que fuera ella. Puta.

Maripa era una mujer sencilla. Estatura mediana, pelo castaño claro, ojos verdes oscuro, sonrisa coqueta. No se por qué me cegaba a Rosetta si no era para mi. No se por qué nunca aclaré mis dudas con esa mujer y no me daba cuenta que todos los días tenía para mi a la mujer perfecta, una que me dedicaba tiempo y sabía todo sobre mi. Una mujer que me esperó por meses, quizás años y no me dijo nada tan solo porque era tímida. No tenía mi cabeza en buenas condiciones y creo que fue por tomarme el Whisky de golpe y sin pensar. Tomé mi abrigo y salí presuroso. No sabía que hacer ahí. No llevaba ni doce pasos y tuve que volver, había dejado mi libro y mi pluma favorita. Al girar ella estaba ahí. Rosetta abrazada a ese hombre. Me miró y rió, no dijo nada. La esquivé y ahí estaba, Maripa con el libro, la pluma y una cara sonrojada. Se veía hermosa, acentuada por esas pecas y ese detalle del cintillo con una rosa. Tomé mis cosas, las dejé en el suelo, caí de rodillas y tomé su mano, la besé. Me miró sorprendida mientras se tapaba la boca con la otra mano. Le pedí la otra mano y las tomé entre las mías sin ponerme de pié. Puse sus nudillos en mi frente y sollozando le pedí otra oportunidad.

Lanzó una risa suave y tierna, se arrodilló y me dio un beso.

Adiós Rosetta. Nunca volviste al bar y te lo agradezco. Ahora soy feliz con la mujer que siempre me quiso y que yo quería sin saber, no quería darme cuenta, pero siempre estuvo ahí.

sábado, 2 de abril de 2011

Derrota



Cansada de las circunstancias corrió y se alejó de ellos. Eran las seis de la tarde cuando abandonó a sus amigos con la excusa de que debía hacer una tarea, era jueves y no parecía raro. Corrió tan fuerte como pudo para no mostrar su rostro cubierto de lágrimas, una que otra flor sintió su pena cuando eran humedecidas por la tristeza. Tropezó con una piedra e hirió su codo izquierdo, le gritó la piedra como si la conociera, como si ya se hubiera tropezado con ella antes. Continuó cabizbaja, pero sin correr. Su pelo cubría su cara e iba dejando un camino de agua, como un río corre al mar ella llegó a su casa, su refugio. Pasó sin saludar y dejó una nota en la puerta de su pieza pidiendo que no la molestaran y se disculpaba por anticipado de no poder ayudar ese día.

Cerró con llave, cerró las cortinas que dejaban pasar sólo un haz de luz, prendió el computador, vio un mensaje que no quería y no lo leyó. Puso  Linger de The Cranberries en el reproductor y nada más. Se sentó en una esquina de la pieza, cansada, derrotada.

Un brazo por sobre la cabeza, dos lágrimas secas en la cara, tres recuerdos y cuatro traiciones. Respiró profundo y se sintió sola. Había terminado la canción y podía sentir el silencio en su piel, como nunca antes. Sintió un golpe ficticio en su estómago y cayó sosteniendo su cabeza con ambas manos. Se acurrucó y lloró en silencio. Nada la interrumpió. Su único testigo fue ese haz de sol que agonizó en compañía de ella. Fueron dos horas pero las sintió como semanas.

Recordó sus deberes, se paró, secó el llanto y fue a lavarse la cara. Volvió a la realidad para encontrar que no todo estaba perdido. Realmente nunca estuvo sola.


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¡Muchas gracias ♠ ʆ Vσlατιcroмάтιcα ƪʅ .- por permitir el uso de las fotos.

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No poseo derechos sobre la foto. Sí sobre el texto. Ñaca ñaca