La mujer paró frente a aquel lago. Lo miró de pié un rato y luego se sentó abrazando sus piernas. Era una situación que la agobiaba. Quería saber exactamente qué hacer, que alguien se lo dijera. No quería pensar más. Quería dejar de existir por un largo tiempo y volver cuando ya nadie la recordara y no conociera a nadie. Quería huir y empezar de nuevo. Quería borrar cosas que había hecho y cosas que había dicho, cosas que consideraba errores. En algún momento creyó que, luego de haber revuelto el agua, las cosas decantarían y podría ver todo claramente. Lamentablemente olvidó que si temblaba agitaba todo y nada podría ver. Sentía que debía salir de allí. Lloró desconsoladamente un buen rato.
Y tal y como lo pensó, lo hizo. Se paró y corrió hasta el centro del lago.
Nunca nadie más supo de ella.
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