martes, 23 de agosto de 2011

Tu sombra.

Paseando por los campos elíseos me encuentro con tu sombra. Está triste, llora desconsoladamente y no quiere dirigirme la mirada. Me siento junto a ella y le sobo la espalda por un buen rato, luego la abrazo. Pareciera no tener consuelo alguno. Le pregunto qué le pasa, me mira y sin parar de llorar balbucea algunas cosas, yo tan solo asiento con la cabeza, beso su pelo y continúo con el abrazo. ¿Qué te has hecho mujer? Pobre de tu sombra que llora lo que tu no muestras. Pobre de tu sombra que tiene que aliviar la presión en tu corazón. Llorar entre sombras no está bien, puedes relajar tu mente un poco pero no estás enfrentando el problema. Tratar los síntomas no te cura la enfermedad.

Abraza tu pasado y cuéntale tu historia al presente, déjate llevar por un mejor futuro. No hay como dejar de cargar las piedras que no solo te pesan y te hacen más lenta, sino también las mismas piedras que rasguñan tu espalda y se burlan de ti. Déjate llevar. Libérate de ti misma, libérate de eso, libera al pasado pero quédate con su conocimiento, nunca dejes de aprender de lo que vives. Nunca dejes de vivir. Y no te desvivas por lo que te duele.

Sentado con tu sombra en los campos elíseos decidí hacerle compañía. No puedo quedarme tranquilo sabiendo que estás así.

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