Paseando por el patio trasero de la vida, el garage de recuerdos, las plantas que crecieron de tanto amor que he desplegado en este lugar, decidí quedarme un tiempo para ver la creación, revisar lo que he hecho, repasar revistas viejas, leer esa vieja novela que solía escribir en mi juventud y que terminó como tragedia griega. Que bueno que ese libro está terminado, pero nunca está de mas desempolvar los recuerdos para no olvidar, nunca olvidar esos detalles, alegrías y errores.
Es un día de aquellos. Es un instante de desesperación que busca la paz, es un lapso de soledad en esta nueva novela que estoy escribiendo, es como caminar descalzo por una paradisíaca playa y pisar una piedra con filo. Es un momento de reflexión.
Y me estoy comiendo el tiempo como quien ansioso se come las uñas, estoy desconcentrado, es un miedo casi injustificado, son ganas de gritar, de comprar loza para romperla con un bate, son ganas de golpear mi cabeza contra la pared hasta quedar inconsciente. De fumarme un cigarro y apagarlo en mi mano.
Pero es ahí cuando giro la cabeza y está ella. La flor más bella de este jardín, la que me tiene sentado escribiendo esta novela. Me acerco a verla y, sin darme cuenta, le apareció una espina, muy cerca de la base. Hay sangre. Es de mi pié, es lo que me ha estado molestando este rato.
¿Qué pasó bonita?
Me repaso una y otra vez todo. Y todo me repasa una y otra vez.
1 comentario:
Muy buenoooooooo!!!!!
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