Me pongo la chaqueta de cuero al hombro y salgo de mi refugio. En mis bolsillos todo lo necesario, llaves, documentos, recuerdos, cigarros y dinero. Tan necesario por estos días. Tomo la primera micro que pasa y no recuerdo si la he tomado antes. Y no me importa a que bar llegue y no me importa lo que me pase si puedo salir de ahí con algo de vida y mis recuerdos, nada más importa. Pero acabo de entrar, con el cigarro a medio quemar en mis labios, la chaqueta a medio sacar y el cuerpo a medio agitar con ese calor infernal de los cuerpos humanos podridos en la barra. Sobra decir que me uní a ellos y no por un afán de sentirme vivo, sino para compartir en silencio ese respeto por lo que cada uno está ahí.
Pido un whisky y una servilleta. Prendo un nuevo cigarro en un fallido intento de llamar la atención y lograr algo de conversa. Siendo que sólo logro más muerte en mi cuerpo, me absorto en la servilleta que ha de terminar llena de frases azarosas que puede que rescate más tarde como puede que pierda al recordar que sólo es una servilleta...
¿Y que importa si me muero ahí mismo? ¿Que importa si total tus ojos ya no serán los bellos y grandes luceros que iluminarán mis noches frías? ¿Que importa perder la vida si te llevaste tres cuartos de mi felicidad y toda mi inspiración? Total las frases en esta servilleta no son más que intentos de articulaciones de conversaciones borrachas, ebrias de tanto sufrimiento que llega a mis oídos, rencor que dejaron putas a mis pseudo-compañeros de embriaguez, mis mejores amigos y, a la vez, gente que nunca llegaré a conocer.
¿Y que importa? ¿Para que quiero inspiración si ya no llenarás mi cama con tu sensualidad? Mi vida va muriendo a medida que pienso en como recuperarte. Mi muerte se acerca cada vez más, y es inevitable. Es inevitable ver tu sonrisa en cada recuerdo. Es imposible no sentir tu perfume aún en mi bufanda. Es horrible no poder quitar los recuerdos acerca de ti de mi bolsillo... y mataría a quien se atreviera a quitármelos.
Una noche más en que nadie me va a matar y que gano una pelea callejera. No se si lo hago por ti o por nosotros. Terminando la noche ya no sé que pensar, a veces creo que dejé los recuerdos en el otro pantalón. Pero, como todas las noches, mi maldición es y será la luna. Grande, hermosa y blanca... Nunca podré desligar la luna de tu nombre. Nunca podré quitar la luna del cielo. Lamentablemente los recuerdos están en mi cabeza. Y nunca lograré saciar mis ganas de tenerte entre mis brazos. Jamás volveré a ser feliz y es lo que me merezco. Te arranqué de mi vida con tal facilidad, que me parece mentira que me haya demorado veinte segundos el extrañarte y que un minuto después me largara a llorar como cuando pequeño perdía mi juguete favorito. Y no me viste. Y no quería que nadie me viera. Y oculte mi rostro tras una máscara de felicidad. Después de todo...
¿Quien soy yo para pedirte una noche más entre mis brazos?
Si yo mismo te pedí que dejaras mi cuarto y que no volvieras.
Buenas noches señorita. Espero verte nuevamente en mis sueños, pero no con ese velo de indiferencia. Quiero verte alegre y libre. Te veré desde las sombras y te protegeré.
Y espero nunca vuelvas a oír mi nombre.
2 comentarios:
lo lei anoche, pero a decir verdad me dio paja comentar...
desgarrador, tiene muchas partes que me llaman la atención que tal vez comprendo bien, lo que es vivir eso y alejar aquello que uno ama, verlo todos los dias en lo que vives, llevar su olor en tu ropa y sentir la calidez de su voz en cada calle tapada en gente, pero ke al mismo tiempo esta tan vacia y recordar su figura en tu cama...
desgarradora mente bueno...
chau
lo lei anoche, pero a decir verdad me dio paja comentar...
desgarrador, tiene muchas partes que me llaman la atención que tal vez comprendo bien, lo que es vivir eso y alejar aquello que uno ama, verlo todos los dias en lo que vives, llevar su olor en tu ropa y sentir la calidez de su voz en cada calle tapada en gente, pero ke al mismo tiempo esta tan vacia y recordar su figura en tu cama...
desgarradora mente bueno...
chau
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