martes, 3 de enero de 2012

Escape.

En cuanto perdió de vista al auto siguió caminando pero no iba a su casa, buscaba un hogar. Eric sólo buscaba paz, no importaba que hubiera una cama, no importaba que no hubiera un baño, no importaba que no hubiera techo y que estuviera lloviendo, mejor que estuviera lloviendo. Eric había estado tan feliz ese día que quería extenderlo para toda la vida pero sabía que todo se iba en ese auto y que no volvería. Eric sabía que debía huir.

Y así fue como tomó una micro que nunca había visto antes. Se sentó, se puso los audífonos y olvidó lo que pasaba a medida que la música silenciaba su cerebro. Pronto cayó dormido.
Soñó cosas raras, vio cómo una pareja era devorada por un lobo, vio una nube perseguir a una mujer impidiéndole ver el cielo, vio un hombre saltar de un edificio pero que nunca llegaba al suelo; Pero su sueño más raro fue verse a si mismo en un espejo, con una máscara que cubría la mitad de su cara, y ese fue el único que pudo interpretar ya que, por más que intentaba, no podía sacarse  la máscara. Y era que él no quería sacarla realmente, nunca estuvo pegada a él, pero de todas formas podías ver lo que expresaba. Eric sabía que no debía sacarla.

Despertó cuando le agitaban el hombro, bajó medio dormido y en cuanto se sacó los audífonos vio cómo la micro partía. Era un lugar totalmente nuevo, desconocido y brillante a la vez. Brillante en su mente, era un bosque alto y viejo, un camino de tierra y todo era opaco, otoñal y triste, pero él se sentía a gusto allí. Acomodó su mochila y se dispuso a caminar; Y lo hizo en sentido contrario al que tomó el bus. No duró mucho cuando decidió adentrarse entre el bosque.

Caminó por una hora cuando notó que había dado con otro camino, se preguntó si era el mismo y decidió seguirlo con la esperanza de encontrar lo que buscaba. Atento a su alrededor y, camuflado en el ambiente sombrío y hermoso, encontró una bodega. Tablas a medio podrir, techo agujereado y una capa de hojas que tenía más de cuatro pulgadas de espesor. Limpió con los pies su camino y entró.

Logró distinguir una mesa, una pila de tierra que estaba cubierta de hojas que caían desde el hoyo del techo  que, por cierto, le daba suficiente luz para guiarse, y una silla que estaba tirada al otro lado del lugar. Se sintió aliviado de poder echar a descansar los huesos y, casi de inmediato, se quedó dormido en la pila de hojas. Cuando despertó se sintió tan descansado que creyó que había dormido una larga siesta y, no fue sino hasta que vio su reloj, notó que había estado allí un día y medio completo. Durmiendo. Eric se sintió aliviado de que no tenía nada que hacer salvo pensar.

Recorrió el  lugar, tomó la silla que aún servía y la llevó a la mesa, y ahí fue cuando se dio cuenta de que había un cuchillo clavado en la mesa. Lo raro es que el cuchillo no parecía tener más de un mes allí, no estaba más descuidado que una capa de polvo. Lo sacó y notó la inscripción que lucía.

"Bienvenido extraño. Siéntete como en casa y no dudes usar esta herramienta para alimentarte o para cuando  te des cuenta que aquello de lo que arrancas no volverá"

Eric llegó a vivir una semana allí y su mochila fue encontrada tres meses después.

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