Cada vez que me pronuncio en el plano terrenal uso una máscara. La de felicidad la tengo más que marcada y casi pareciera que la siento. Melancolía, dolor, soledad y llanto salieron del baúl hace ya dos semanas y no creo que estén mucho más conmigo. Una máscara de esfuerzo cubre mi tez marcada por el tiempo estos días, y he retomado el amor por mi mismo. Estoy cambiado, creo que algunas máscaras han de ser desechadas.
Y me atrevería a decir, incluso, que ya no poseo una identidad o una personalidad si no está tras una careta, pero sé muy bien quien soy, y lo recuerdo cada vez que estoy a solas. Puertas adentro soy distinto, pero el mismo. Yo, la soledad, música, recuerdos y la máscara encima del velador en caso que entre alguien... Siempre lista para engañar a la gente. Cabe destacar que hay gente que siempre sabrá que algo me pasa a pesar de que mi máscara esté en perfectas condiciones. Creo que se conocen como amigos. Siempre te puedes sacar la máscara frente a ellos y hasta celebran tus buenas actuaciones.
Me gusta que las mascaras tiendan a ser indestructibles. Si se me cae, me la puedo volver a poner. Si me golpean, poder mantenerme con ella puesta. Que si me quiebro y lloro por dentro la máscara lo oculte perfectamente. Que si estoy riendo por dentro la máscara finja lo que debería sentir. Nunca sabré cuan agradecido estaré de ellas.
Me gustaría poder no usar máscaras. Estoy muy acostumbrado a ellas, y dejarlas podría ser catastrófico, en muchos sentidos. Me gustaría, pero realmente no quiero. Tengo un temor a lo que hay afuera. Creo que me asfixiaría en el aire puro y no el aire viciado que encierra esta máscara, ese aire que me es tan agradable y hasta hogareño. Cada vez que dejo la máscara en público tienden a pasar cosas malas.
No. No las dejaré. Seré adicto a ellas como lo he sido ya muchos años. Algún día seré fuerte como un roble y flexible como un bambú, emocionalmente hablando. Hasta ese entonces la máscara de felicidad será mi mejor arma para enfrentarme al mundo. A eso que ustedes llaman realidad, en el cual me ahogo y sufro sin mis máscaras.
Nunca seré normal.
¡Acéptalo!
2 comentarios:
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